La seca de la encina

Qué es

La seca de la encina es como se conoce coloquialmente a la enfermedad que provoca la debilidad y posterior muerte de las encinas de las dehesas y montes. Con el término “la seca” se menciona un síntoma que se puede percibir en la parte alta de los árboles, al apreciarse deterioro en las hojas, causando la pérdida de éstas, de modo similar a lo que ocurre en épocas de sequía.

La debilidad de los árboles puede deberse a diferentes causas, periodos de sequía, contaminación del aire o del suelo, etc., por lo que síntomas idénticos pueden tener un motivo distinto. Así pues, “la seca” es una denominación confusa e indefinida, además de que el desconocimiento del origen de este decaimiento no nos permite conocer claramente qué tratamientos o métodos de control hay que aplicar.

En la parte dedicada al diagnóstico veremos los síntomas y evidencias más usuales que pueden darnos la pista de que hay un agente patógeno implicado, bien conocido y fichado en muchas zonas afectadas por “la seca”. Este hongo microscópico que actúa, llamado fitóftora (Phytophthora), provoca que las raíces se pudran, deteniendo la absorción de agua y sales minerales del suelo. Phytophthora, en griego “destructor de plantas”, tiene un rango de afectación muy grande, de más de mil especies, tanto forestales, como castaños, robles, etc., como frutales y ornamentales. La Phytophthora cinnamomi es la especie más común en nuestras dehesas.

Phytophthora cinnamomi es uno de los patógenos vegetales más agresivos, destructores y más extendidos en la naturaleza.

Es una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El éxito de este patógeno se debe a que es capaz de atacar muchas especies. Está causando actualmente la muerte del arbolado de muchas zonas de la dehesa extremeña, afectando gravemente a la productividad y haciendo peligrar la conservación del sistema forestal.

Es más adecuado llamar a esta enfermedad pudrición radicular por fitóftora, ya que el término “la seca” es más amplio.

Avance de la enfermedad

La fitóftora que causa la seca se distribuye tan amplaimente que está causando daño en plantaciones de aguacateros en Centro América, bosques de “jarrah” an Australia, “fynbos” en Sudáfrica, castaños en Europa, o los daños en encinares y alcornocales en nuestras dehesas, entre otros.

La distribución geográfica de la fitóftora causante de la seca es muy amplia.  Actualmente está presente en más de 70 países y está considerado uno de los 100 patógenos más devastadores del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Además de afectar a plantaciones de frutales como los aguacateros de Centro América, esta fitóftora también está destruyendo ecosistemas forestales de todo el mundo como los bosques de ‘jarrah’ australianos, el ‘fynbos’ en Sudáfrica, los castañares europeos o las encinas y alcornoques de las dehesas mediterráneas, por citar solo algunos.

En España, la phytophthora cinnamomi se ha extendido también por las islas Canarias, y se ha detectado también en otros países, como Portugal, Francia e Italia. Para darse cuenta de la extensión, hace veinte años ya existían más de 1200 focos de la seca en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla-León y Extremadura. En el año 2000 se contabilizaron en Extremadura 450 focos de seca tras realizar una serie de exploraciones, estando la phytophthora cinnamomi ligada recientemente al detectarse en un 30% de los focos analizados, aún siendo difícil de detectar. Se cree que el crecimiento anual está en torno al 16%, condicionado por el frío, ya que no prolifera con temperaturas inferiores a 5ºC. Probablemente, el calentamiento global está propiciando su extensión en áreas donde antes no podía, áreas con mayor altitud o latitud.

Las zoosporas de este patógeno se desarrollan y propagan en el agua, por lo que se le asocia con terrenos húmedos, pudiendo proliferar también en zonas secas con fuertes lluvias ocasionales o encharcamientos de pocos días de duración. Es decir, cambios que se produzcan en adelante en pluviometría afectarán sin duda al desarrollo de la enfermedad.

Aunque no está claro, se cree que su origen se sitúa en el sudeste de Asia, en Papua-Nueva Guinea , siendo descrito por vez primera en Sumatra en 1922, siendo localizado en unos cinamomos. Se estima que llegó al continente europeo en el siglo XVIII, al traer las expediciones plantas de especies de interés para cultivo.

Diagnóstico de la seca de la encina

Los focos afectados por seca responden a una serie de indicios, patrones y evidencias comunes que pueden ser utilizadas para descubrir la presencia del patógeno. La detección, diagnosis precisa e identificación de fitóftora se considera un aspecto fundamental para la propuesta de medidas de control que prevengan la dispersión del patógeno.

Podemos sospechar la presencia de fitóftora mediante la observación de las siguientes peculiaridades:

Pérdida de hojas en la copa

  • Las copas aparecen más claras de lo habitual o han perdido demasiada hoja, los ramillos de la parte más alta aparecen sin hojas (puntisecado). Es muy habitual encontrar también árboles que mueren rápidamente durante el verano quedando con toda la hoja seca y de color marrón (muerte súbita).
  • Los árboles afectados aparecen a menudo en vaguadas y en zonas donde se acumula el agua durante los periodos de lluvia. En ocasiones, la presencia de capas de suelo impermeables favorecen un encharcamiento profundo que no se observa en superficie.

Muerte súbita en árboles afectados por seca

Los árboles están próximos unos de otros formando un foco, aunque pueden encontrarse árboles con apariencia sana entre ellos.

Árboles afectados en una vaguada

  • El foco avanza normalmente pendiente abajo en la dirección de las aguas, dejando los árboles muertos y más afectados pendiente arriba. A menudo, los focos pueden crecer de modo más o menos circular.
  • Podemos observar síntomas en otras especies llamadas indicadoras, como las jaras o los brezos. También es indicativo la ausencia de síntomas en especies que parecen tener tolerancia a P. cinnamomi  como el acebuche, el madroño o el romero.
  • Otros factores que pueden causar la muerte de los árboles como la presencia de plagas, los incendios, inundaciones o sequías, toxicidades y daños debidos al uso pesticidas u otras enfermedades pueden inducir a error en el diagnóstico.
  • Para la detección precisa y el aislamiento del fitóftora se debe recurrir a un laboratorio especializado en este tipo de patógenos.

¿Cómo se detecta fitóftora en el laboratorio?

Técnicas basadas en el uso de ADN

Los métodos tradicionales de detección de fitóftora son los más  utilizados, sin embargo en los últimos años se han incorporado otras técnicas que denominamos moleculares, basadas en el uso del ADN y los anticuerpos,  y que han mejorado la sensibilidad en la detección de este patógeno.

Para detectar la presencia de fitóftora es necesario tomar muestras del suelo y de raíces. Hay que tener en cuenta que un muestreo insuficiente o en puntos inadecuados puede dar como resultado un falso negativo.

Técnicas tradicionales

Phytophthora cinnamomi puede ser aislado del suelo si lo ponemos en condiciones de inundación y colocamos cebos vegetales como hojas tiernas de encina o raíces de altramuz (Lupinus). Si las zoosporas del patógeno están presentes atacaran el cebo provocando un cambio de aspecto y color en los tejidos. El material infectado se siembra en un medio de cultivo selectivo que permitirá aislar al patógeno e identificarlo morfológicamente. Las raicillas de las plantas infectadas pueden ser directamente cultivadas en estos medios selectivos.

Estos métodos son imprescindibles para aislar al patógeno vivo, sin embargo no sirven para obtener información cuando los niveles de población de fitóftora en el suelo son bajos. Para conseguir que la detección sea efectiva se deben tomar las muestras cuando la humedad del suelo y la temperatura están en óptimas condiciones (por ejemplo, en primavera después de las lluvias).

La falta de herramientas adecuadas para el diagnóstico de fitóftora puede ser una de las causas por la que los daños y desórdenes hayan sido atribuidos a otros patógenos o a causas abióticas (climáticas).

Técnicas moleculares (inmunología y ADN)

Los métodos inmunológicos se basan en la unión antígeno-anticuerpo y en el reconocimiento específico por parte del anticuerpo de ciertas moléculas presentes en el antígeno (fitóftora en nuestro caso).

Test inmunológico ELISA

El ensayo ELISA  es probablemente el más utilizado para detectar organismos patógenos en los vegetales. Los kit ELISA diseñados para fitóftora son muy fáciles de usar y presentan una alta sensibilidad pudiendo detectar contenidos de hasta el 1% de tejido infectado, sin embargo, en ocasiones pueden dar como resultado falsos positivos al detectar otras especies semejantes a fitóftora.

Por el contrario, las técnicas genéticas (basadas en el ADN) han permitido detectar la presencia de fitóftora aún en cantidades de inóculo ínfimas sin necesidad de que el microorganismo esté vivo

Su especificidad se basa en las secuencias de ADN únicas existentes en el genoma de los organismos de una determinada especie. La técnica de referencia en genética es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Con este método podemos obtener una cantidad detectable de ADN de fitóftora partiendo de tan solo unas copias de su material genético extraídas de la muestra de raíces o del suelo infectado.

Detección de fitóftora mediante PCR

Existen diversas variaciones de la PCR que mejoran su sensibilidad, como la PCR anidada que parece ser un método adecuado para la detección de fitóftora en los suelos, o bien la PCR en tiempo real que ha supuesto una mayor automatización de la técnica, una disminución de los tiempos de ensayo y un conocimiento de la cantidad de inóculo del patógeno presente en la muestra.

Otras técnicas más avanzadas se basan en la combinación de la PCR con la secuenciación (lectura) del ADN de diferentes zonas del genoma, lo que permite consultar las bases de datos genéticas (GenBank) para una identificación más precisa.

Prevención, tratamiento y control de la seca de la encina

Detección, diagnóstico y mapeo

El primer paso en la lucha contra fitóftora es detectar qué árboles se están secando. Habitualmente, los síntomas aparecen cuando la enfermedad ya se encuentra en un estado muy avanzado por lo que puede haber pies infectados que no presenten indicios o éstos sean incipientes. Este desfase entre la infección y los síntomas de la enfermedad afecta a la gestión por dos motivos: dificulta la detección temprana y el frente de avance de la enfermedad puede encontrarse más allá de los árboles sintomáticos, entre los aparentemente sanos de alrededor.

Tampoco es tarea fácil determinar qué patógeno es el causante de la mortalidad pues los métodos habituales de muestreo y diagnóstico de suelo infectado, mediante cebos vegetales, tienen un cierto porcentaje de falsos negativos y la aparición de parásitos secundarios en árboles debilitados es frecuente, por lo que la acción de fitóftora puede no ser advertida al imputar los daños a otros agentes.

En la estrategia de lucha se considera fundamental la delimitación, mapeo y señalización de la zona afectada, y establecer un anillo de seguridad. Es importante también el aislamiento de la zona y el control en el movimiento de personas, vehículos y animales para evitar que terrones infectados pasen de unas zonas a otras.

Esta delimitación en el terreno, que puede hacerse mediante marcas o balizas, no es fácil debido a que no se suele observar un frente claro. Se aconseja que la detección, el diagnóstico y el mapeo sea realizado por personal formado y con experiencia.

Prevención

La prevención pretende evitar que fitóftora se extienda a otras zonas. Fitóftora se propaga por el flujo de agua y por las partículas o terrones de tierra que quedan adheridos a las ruedas de vehículos, maquinaria, pezuñas de animales e incluso al calzado. Estos terrones se forman y se adhieren mejor cuando el suelo esta húmedo.

A continuación, se indican algunas medidas de prevención recomendadas para las dehesas:

  • Delimitar y señalizar el foco, incluyendo algunos árboles aparentemente sanos. Se recomienda cercarlo para evitar el acceso de personas, animales o vehículos.
  • Evitar que los caminos y cortafuegos atraviesen el foco y limitar el movimiento de vehículos, especialmente, en las épocas de lluvias cuando el suelo esté húmedo.
  • Evitar el laboreo.
  • Si es imprescindible labrar en el foco o hacer cortafuegos, hacerlo en último lugar y cuando el suelo no esté muy húmedo. Finalizada la labor, desterronar y desinfectar el apero utilizado y las ruedas del tractor antes de abandonar la parcela, empleando una mezcla de agua y lejía comercial al 20%.
  • Limitar la presencia de ganado en las parcelas afectadas. Si es imprescindible introducir ganado, hacerlo cuando el suelo esté seco. Utilizar pediluvios para evitar que el ganado propague la infección al abandonar el foco.
  • Evitar la instalación de comederos cinegéticos y la suplementación del ganado en las zonas afectadas.
  • Algunas especies cultivadas como el altramuz y las tremosillas son muy susceptibles a fitóftora por lo que debe evitarse su cultivo ya que actúan como multiplicadores del hongo.

Prevención en viveros

En este capítulo es importante citar también las medidas de prevención a aplicar en viveros forestales. Desde el año 1999 se tiene constancia de la presencia de Phytophthora cinnamomi y de otras fitóftoras en éste tipo de instalaciones.  la situación se está agravando con el incremento del tráfico internacional de plantas. Esta contaminación constituye un canal de dispersión de la enfermedad y además puede comprometer el éxito de las repoblaciones que provengan de viveros infectados. Ante esta situación, es recomendable que los viveros organicen su producción para minimizar los riesgos de infección de los plantones.

El control de fitóftora en vivero se basa también en la aplicación de medidas de prevención para impedir la entrada del patógeno. La contaminación o infección se puede producir a través del agua de riego, especialmente, en tomas de aguas superficiales en embalses y ríos; a través de los sustratos de cultivo como arenas de río y tierras naturales; o por la falta de desinfección de herramientas, envases y vehículos utilizados a la vez en el campo y en el vivero.

Control

Tratamientos químicos

Tratamiento con fosfito potásico

La aplicación de ácido fosforoso es el único tratamiento directo conocido que puede detener por un tiempo el ataque en los pies menos afectados. Este producto cuenta con propiedades antifúngicas y es capaz de estimular las defensas de los árboles. Aunque el principio activo es el ácido fosforoso, a los árboles se les administra en forma de sales u otras formas no fitotóxicas como el fosfito potásico o el fosetil-aluminio. Se trata de fungicidas sistémicos capaces de llegar por vía interna a las raicillas que son el blanco del ataque de fitóftora.

Estos productos se pueden aplicar de varias formas: pulverización de la copa, inyecciones en el tronco y aplicaciones al suelo. La forma más efectiva de tratar árboles adultos es mediante la inyección en sus troncos pero para los brinzales se debe emplear la pulverización sobre las hojas.

A pesar de que el ácido fosforoso ha demostrado su efectividad en otras especies como el castaño, el Eucalytus marginata y el aguacate, la eficacia de estos sistémicos con alcornoques y encinas está todavía en entredicho ya que existen estudios contradictorios.

Tratamientos selvícolas

Existe la posibilidad de tratar los focos de seca a través de la selvicultura pero no existen demasiados conocimientos al respecto pues hasta el momento los ensayos han sido escasos y costosos.

Algunos tratamientos propuestos consisten en la eliminación de toda la vegetación, la desinfección del foco mediante cortas y la aplicación de herbicidas y fungicidas para disminuir la base alimentaria del patógeno hasta que éste desaparezca. Esta estrategia de ‘tierra quemada’, que debe mantenerse durante más de cinco años, podría ser adecuada para pequeños focos incipientes.

Otra línea de acción puede basarse en la repoblación de focos con especies resistentes o que podrían segregar sustancias antifúngicas. Estas plantas, además de privar de soporte alimenticio a fitóftora, impiden la regeneración natural de las especies susceptibles y mantienen el suelo en sombra, reducen el encharcamiento y aumentan la materia orgánica del suelo; todas son condiciones que dificultan la proliferación del patógeno. Actualmente, Iprocor está desarrollando experimentos para conocer la resistencia de las especies arbóreas y arbustivas locales, por el momento, puede consultarse una tabla basada en las observaciones en campo y la bibliografía disponibles.

Métodos tradicionales

En este apartado, conviene citar algunos tratamientos que han sido utilizados tradicionalmente en sanidad forestal, como la poda y el destoconado. Aunque pueden justificarse por otras razones, resultan ineficaces en la lucha contra fitóftora. Las cortas y podas de la parte aérea de las plantas no actúan sobre el patógeno que se encuentra protegido en el suelo. Con el destoconado sólo se eliminan las raíces principales pero permanecen en el suelo las raíces finas infectadas. Además, el uso de maquinaria acarrea movimiento de tierra, lo que favorece una posible dispersión de la enfermedad.

Ecoambi te ofrece todas las noticias relacionadas con el sector medioambiental. Descubre nuestros consejos para proteger tu vivienda de las plagas.

control de plagas ecoambi

Archivos